En verano, los casos de depresión entre ancianos se multiplican

La tercera edad es un periodo de la vida que pienso que es magnífico. Se trata de un espacio en el que no estamos pendientes del trabajo, en el que podemos disfrutar de nuestros nietos, nietas y demás familia y en el que tenemos una cierta capacidad económica. Como es lógico, cada cual tendrá su situación y esa podrá ser mejor o peor, pero lo cierto es que es un periodo en el que se abren nuevas posibilidades de las que quizá no hayamos gozado a lo largo de nuestra vida no hayamos gozado a lo largo de nuestra vida. Por tanto, hay que aprovechar nuestra tercera edad.

Resulta especialmente triste tener que decir que hablamos de una parte de la vida que también está caracterizada por los muchos problemas de salud que podemos tener. Es lógico que, al tener una edad, el cuerpo esté más desgastado y que tengamos ciertas dificultades sobre todo en materia de movilidad. Pero hay otra serie de cosas que no tendrían por qué ser como son y que condicionan mucho, demasiado, la vida de nuestros y nuestras mayores.

A veces, da la sensación de que las personas mayores nos sobran, que no queremos hacernos cargo de ellas o de las necesidades que tienen. Tengo que decirlo así aunque suene fuerte porque realmente es lo que parece. Hay muchas familias que directamente se olvidan de sus miembros más veteranos cuando vienen mal dadas, tienen una enfermedad o comienzan a necesitar una serie de cuidados muy concretos. Abandonar a un anciano o anciana no tiene por qué significar que le bajemos del coche en algún lugar desconocido y le dejemos ahí, desamparado. Simplemente basta con no llamarle para conocer de primera mano qué necesita y qué podemos hacer por él.

Puede ser que simplemente les dejemos en su casa sin que nadie vele por sus necesidades. También puede ser que las familias opten por dejarles en una residencia de ancianos y no les llamen. Se trata de situaciones bastante normales y que seguro que en alguna ocasión habéis vivido en algún caso cercano. No debemos convertir este tema en tabú. Hay que hacer frente a temas espinosos y este es uno de ellos.

En una noticia publicada por la web El Confidencial Digital en agosto de 2018 se apuntaba que había crecido el abandono de personas mayores durante los meses que se llevaban de ese verano hasta en un 13%. Y es que el abandono también puede ser temporal, no continuo. Solo te tengo en cuenta en una situación de rutina, pero cuando llega el verano o cualquier momento vacacional me quiero olvidar de ti. Pues eso tampoco es, como comprenderéis. Este es el tipo de abandono que más sufren los mayores en España desde hace años.

¿Qué es lo que esto provoca? 

La situación que venimos describiendo tiene consecuencias, por supuesto. No podía ser de otra manera. Puede tener consecuencias sobre la salud física de los mayores si les hemos dejado a su suerte en casa sin que puedan valerse por sí mismos. Pero incluso puede haber consecuencias si les dejamos en una residencia y no nos preocupamos por ellos y ellas a lo largo de las vacaciones. Ahí es donde aparecen las consecuencias psicológicas.

No incurráis en el error de pensar que este tipo de consecuencias, las psicológicas, son menos peligrosas que las físicas. Son exactamente igual de peligrosas… o incluso más. Una persona que no se siente importante, que cree que ha perdido toda su importancia, puede estar procesando cualquier tipo de pensamiento en su interior. Incluso uno que tenga como resultado final su propia muerte.

Y es que el abandono de personas mayores puede provocar que aparezca en ella su problema como la depresión. Se trata de una cuestión que puede aparecer por muchas razones en la vida de las personas. Suele producirse cuando perdemos a un ser querido muy cercano o cuando tenemos un alto volumen de trabajo y poco tiempo libre, pero también es una cuestión que tiende a aparecer en contextos en los que una persona se siente olvidada o menospreciada por todas aquellas que se encuentran a su alrededor. Nos parece perfectamente comprensible que alguien a quien su propia familia ha olvidado se sienta mal.

Una información de la página web Redacción Médica indica que una de cada cuatro personas ancianas en España sufre depresión. Y, teniendo en cuenta que España se ha convertido de un tiempo hasta parte en un país que cuenta con muchos ancianos y ancianas, podemos catalogar a la depresión como un peligro público ante el que hay que usar todo nuestro conocimiento. Hay que combatir esta depresión siempre, pero hay que hacerlo especialmente en los casos de personas que ya son físicamente vulnerables a causa de la edad.

Los ancianos y ancianas constituyen uno de los colectivos que más riesgo tiene de sufrir depresión… y lo cierto es que se puede hacer mucho para tener bastante más controlado este asunto. Los amigos de Psiquiatra Dr. Hernández nos han hecho saber que es ahora, en los meses de calor, cuando más casos de depresión se registran en un colectivo como este como consecuencia de que muchas de sus familias se marchan de vacaciones y no les tienen en consideración ni siquiera para cubrir sus necesidades más básicas. Se trata de una situación que debemos cambiar corrigiendo errores y haciendo examen de conciencia.

La importancia de contar con actividades para la tercera edad 

No solo vamos a limitar la ‘culpa’ a las familias. A fin de cuentas, es solo una parte (muy importante, eso sí) del problema. Pero muchas veces, los ancianos y ancianas se sienten abandonados por más actores. Uno de ellos puede ser el propio consistorio del municipio en el que vivan. Y os explicamos por qué.

Si una persona se encuentra jubilada y dispone de mucho tiempo libre, va a necesitar hacer planes para sentirse bien, para sentir que está aprovechando el tiempo del que dispone. Pero, si no encuentra actividades de ningún tipo, lo que va a hacer es quedarse en casa, no socializar con casi nadie y quedarse a ver la vida pasar. No nos viene nada bien que esa sea la situación que caracterice el día a día de nuestros mayores ni mucho menos. Necesitamos que se muevan, que vean a gente. Esa es la clave para que se pueda combatir un asunto como la depresión y, además, para que encuentren una felicidad que merecen como el que más.

Es el ayuntamiento de cada localidad, como decimos, el que tiene que desarrollar actividades para que este tipo de personas tengan la oportunidad de disfrutar de ese tiempo y realizar actividades que les van a venir bien desde el punto de vista físico y mental. Si un ayuntamiento organiza jornadas en las que se realicen actividades conjuntas para este tipo de personas, estas van a vivir días diferentes, especiales, en los que van a aprender algo nuevo, que les viene bien y divertido.

Si conocéis a alguna persona mayor o recordáis a vuestros abuelos o abuelas, seguramente recordéis lo que para ellos y ellas significaba tener una jornada de ese tipo. La sensación que tenían era muy parecida a la que tienen los niños cuando salen de excursión con el colegio. ¿Acaso no era ese un día especial para vosotros? ¿Y no esperabais ese día con toda la ilusión del mundo? Pues lo mismo ocurre en estos casos.

Preparar ejercicios que los mayores puedan realizar, organizar jornadas de juegos de mesa, excursiones e incluso conciertos son cuestiones que pueden ser de sumo interés. Las opciones son muchas y creemos que aquellos municipios donde no hay actividades de este tipo para los mayores no las tienen porque ha faltado voluntad política, no os vamos a engañar.

Hay que tener en cuenta que todos y todas, en el mejor de los casos, vamos a llegar a ser mayores y vamos a requerir que haya actividades como de las que estamos hablando. Es mejor ir generando una cultura en la que haya espacio para la gente mayor y que se empiecen a considerar habituales las actividades para este tipo de personas, actividades que necesitan para disfrutar de un tiempo libre que hay que recordar que se han ganado como nadie, con años de mucho esfuerzo y sacrificio que ahora merecen ser recompensados.

Ojalá que consigamos el objetivo del que estamos hablando. Sería muy importante para muchas personas que quizá se sientan solas y que necesitan compañía y algo que les pueda mantener la mente ocupada. Si una persona mayor se encuentra sola en casa sin hacer nada, lo inevitable es que piense siempre en la muerte y en que le quedan pocos años de vida. Creemos que ese no puede ser el pensamiento de alguien que ha pasado la vida trabajando y que ahora sí que puede disfrutar de la vida como se merecen. Es hora de que todos los actores y actrices de la sociedad lo hagamos posible.

 

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