Los animales también son familia, y tenemos que recordarlos

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Perder a un animal que amas duele. No hay manera fácil de decirlo, y no importa si alguien más piensa que “solo es un perro” o “solo un gato”, porque para quienes lo sentimos, es parte de la familia.

Hace un par de años, perdí a mi bull terrier y no lo he olvidado desde entonces. Cada recuerdo me trae alegría y tristeza al mismo tiempo, y la verdad es que no hay nada de malo en sentir esa tristeza. Ellos viven con nosotros, nos alegran los días y nos acompañan en los momentos malos, así que no es raro que nos duela cuando se van.

Lo bonito es que hay maneras de mantenerlos presentes. Hablo de cosas que realmente ayudan a recordar esos momentos felices y a tenerlos cerca de alguna manera. Puede ser un colgante, un álbum de fotos o… incluso una escultura.

 

Pequeños objetos, grandes recuerdos

Algo que siempre funciona son los objetos que podemos tocar y que nos recuerdan a ellos. Por ejemplo, colgantes con su huella o un mechón de pelo. No es raro ver gente con colgantes que guardan algo tan simple como la huella de su perro o gato, y cuando los miras, el corazón se siente más ligero. Parece una tontería, pero esos detalles ayudan.

También hay cosas más elaboradas, como cuadros hechos a mano por un artista. Una amiga encargó uno de su gato, y cada vez que entra en la habitación, se detiene a mirarlo. No hace falta nada sofisticado, solo algo que capture su esencia. Incluso un álbum de fotos puede ser suficiente. Lo importante es que sea algo tangible. Para algunos, ver una foto antigua, una patita grabada antes de que falleciera el animal o un video guardado en el móvil puede traer de golpe todo el cariño y los recuerdos que compartieron.

Otra opción que funciona muy bien son los colgantes con cenizas. Sí, suena un poco intenso, pero hay gente que lo hace y lo lleva con ellos. Es una forma de sentir que todavía hay un pedazo de ellos cerca, y la verdad es que a veces eso es todo lo que necesitamos para no sentir que se han ido del todo.

 

Esculturas personalizadas: cuando el arte se encuentra con el cariño

No todos saben que se pueden encargar esculturas de nuestros animales. Bustos Personalizados, empresa cuya especialidad son las esculturas personalizadas por encargo, nos explican que este tipo de esculturas, por su carga emotiva, necesitan mucho cuidado. No es solo hacer una figura bonita, cada detalle importa. La textura del pelo, la expresión del rostro, la postura… todo eso debe capturar lo que hacía único al animal.

La idea es que cada vez que mires la escultura, recuerdes exactamente cómo era. Para quienes han perdido a su mascota, esto puede ser un soporte emocional increíble. Es como tener un pedazo de ellos en la mano sin necesidad de estar imaginando o buscando fotos en el móvil cada vez que los extrañas. Y, bueno, no vamos a mentir: también es un tema de estética en casa. Pero sobre todo es un tema de cariño, de memoria viva.

Si alguien está dudando, les digo: no os vais a arrepentir. Vale la pena invertir un poco en algo como esto. Y no tiene que ser solo perros o gatos: con esculturas se pueden recordar conejos, pájaros, hurones… cualquier animal que haya formado parte de tu vida.

 

Fotos y álbumes: memoria al alcance de la mano

Si no quieres algo tan “oficial” como una escultura, un álbum de fotos siempre funciona. Pero no cualquier álbum: uno donde puedas poner fotos especiales, con anotaciones, con fechas, y si es posible, una patita grabada antes de que falleciese. Ese detalle hace la diferencia. No es solo una foto más; es un recuerdo que se siente más cercano, más real.

Además, los álbumes se pueden organizar por etapas: fotos cuando eran cachorros, fotos de sus travesuras, fotos de momentos especiales. Cada vez que lo abres, es como viajar un poco al pasado y revivir esas historias. Y lo mejor es que se puede compartir con amigos o familiares, algo que ayuda a que la memoria de ese animal se mantenga viva en todos los que lo conocieron.

La verdad es que las fotos son más poderosas de lo que pensamos. A veces solo basta ver una imagen para que se nos dibuje una sonrisa y nos den ganas de recordar historias que, de otra manera, podrían olvidarse.

 

Objetos cotidianos con un toque especial

No hace falta gastar una fortuna ni tener algo monumental para recordarlos. Hay detalles que son sencillos, pero que funcionan muy bien. Por ejemplo, tazas con su foto, cojines con su cara, llaveros con la huella grabada… Cosas así te acompañan en la vida diaria y hacen que sea imposible olvidarlos.

Otra opción es crear pequeños rituales: encender una vela en su honor de vez en cuando, poner su comida favorita en algún lugar simbólico, o dedicar un momento a pensar en ellos cada día. No es algo dramático, es más bien un recordatorio diario de que siguen formando parte de tu vida, aunque no estén físicamente. Estos pequeños gestos ayudan a que la tristeza sea más llevadera y a que los recuerdos se mantengan vivos de forma natural.

 

El poder de hablar de ellos

Algo que no todos consideran es hablar de su animal con otras personas. Contar anécdotas, reírse de sus travesuras o simplemente recordarlos en conversaciones cotidianas ayuda mucho. Cuando se queda uno callado y no habla de lo que siente, el dolor puede crecer. Pero hablar de ellos, reírse de sus locuras y compartir recuerdos, hace que la memoria de ese animal se mantenga viva y cercana.

Incluso si nadie más entiende lo importante que fue para ti, hablar de ellos con alguien que sí lo entiende puede ser terapéutico. Y no estamos hablando de terapia profesional ni nada de eso; simplemente amigos o familiares que sepan lo que se siente. El simple hecho de mencionarlos mantiene su presencia viva en tu día a día, y eso es mucho más importante de lo que parece.

 

Recordarlos en la vida diaria

Más allá de los objetos y las conversaciones, hay formas de mantenerlos presentes en tu rutina. Algunas personas colocan fotos en lugares estratégicos, otras tienen un rincón especial con sus cosas favoritas: su cama, sus juguetes, su comida… y eso ayuda. La idea no es llenar la casa de cosas, sino encontrar un equilibrio que haga que su memoria siga siendo parte de tu vida.

Otra forma que funciona es hacer actividades que les gustaban. Si tu perro adoraba pasear por un parque, volver allí de vez en cuando puede traer recuerdos bonitos. Si tu gato amaba una ventana específica, dedicar unos minutos a mirar desde ahí puede ser un momento especial.

No se trata de recrear momentos, sino de sentirlos presentes de una forma sencilla y cotidiana.

 

La importancia de aceptar la tristeza

No podemos hablar de recordar a nuestros animales sin aceptar que duele. La pérdida es dolorosa, y está bien sentirlo. No hay prisa por “superarlo” ni por actuar como si nada hubiera pasado. La tristeza es parte del proceso y forma parte del amor que sentimos por ellos.

Aceptar esto nos permite disfrutar de los recuerdos sin culpa. Nos permite reírnos de sus locuras y recordar sus travesuras con cariño en lugar de tristeza. A veces, solo admitir que los extrañas es suficiente para sentir que siguen cerca. Y eso está bien. No hay reglas estrictas sobre cómo recordar a un animal; cada persona tiene su forma y cada animal merece su recuerdo especial.

 

Mantener su memoria viva

Mantener su memoria viva es más que coleccionar objetos o fotos. Es hacer que sigan presentes en la vida de manera activa. Hablar de ellos, reírse con ellos, recordar sus manías y sus momentos especiales. Todo eso ayuda a que no se vayan del todo.

Y aunque algunos puedan pensar que es demasiado, la verdad es que los animales forman parte de nuestra historia y de nuestra familia. No hay nada malo en buscar maneras de recordarlos y mantenerlos cerca, aunque solo sea en el corazón.

Cada gesto, por pequeño que parezca, ayuda a que su memoria siga viva y nos haga sonreír incluso en los días más difíciles.

 

Recordarlos sin dolor

Al final, se trata de encontrar la forma de recordarlos sin que duela tanto. Todos tenemos nuestras maneras: unos prefieren colgantes, otros esculturas, otros fotos o álbumes. No hay una forma correcta ni incorrecta. Lo importante es que ese recuerdo nos haga bien y nos recuerde que ellos fueron parte de nuestra vida y que siguen siendo familia.

Así que, si alguna vez alguien te dice que “es solo un animal”, puedes sonreír y seguir recordando a tu amigo como se merece. Ellos nos enseñan mucho, nos hacen reír y nos acompañan en los momentos difíciles, y nada ni nadie puede borrar eso.

Recordar a nuestros animales es una forma de agradecer lo que nos dieron y de mantenerlos cerca. Cada detalle, cada foto, cada colgante o escultura es un recordatorio de que ellos son familia. Y familia se recuerda, se cuida y se mantiene cerca, aunque no estén físicamente. Así que no tengas miedo de buscar formas de mantener su memoria viva, porque ellos lo valen y porque tu corazón también lo necesita.

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