Vino de plenitud singular
Corría el año 2000 en la región de la Champagne y se alternaron, durante largo tiempo, los días fríos y lluviosos con otros más cálidos y tormentosos, desapacibles. Hasta que llegó el final del verano y todo cambió, triunfó la calma que necesitaban las uvas para madurar de forma óptima. Así nació Dom Pérignon P2 2000 que, tras 16 años de reposo, se presenta hoy con todo su esplendor. En la nariz, su buqué deja sensaciones ahumadas y cálidas. En la boca, es vibrante, enérgico, de largo recorrido amargo y vegetal como consecuencia de la mezcla del regaliz con la malta tostada. Unas vieiras crudas o un granizado de almendras y caviar serían dos propuestas interesantes de maridaje. Aquí es donde el Dom Pérignon P2 2000 se muestra en todo su esplendor, abriendo la puerta a un mundo rico en matices delicados. El conjunto resulta una experiencia inolvidable. www.domperignon.com